Monday, November 7, 2011

¿Qué es un monstruo?



Un monstruo es un ser biológico, real y tangible que nace a partir de nuestras ideas.
Un monstruo es una criatura única que se perpetua a lo largo del tiempo y vive en los rincones más oscuros y solitarios de nuestra memoria. Un monstruo puede ser estéticamente, y por convenciones sociales, lo que conocemos hoy en día como una bella dama o, por otro lado, una compleja criatura de afilados dientes y ojos escarlata que espera tranquila dentro de un armario, o detrás de una puerta. Relacionándolo con el miedo, un monstruo puede hacer presencia en un momento súbito de soledad, y ahora pienso en uno muy particular:

Un conductor maneja su viejo vehículo bajo la delicada luz de la luna y de las estrellas en una carretera que parece infinita; en una noche que parece más oscura que todas las anteriores. De pronto, la soledad lo ataca, y deja escapar a los monstruos que dormidos yacían en el escaparate de sus memorias.

Un trémulo quejido que proviene del asiento trasero intenta apoderarse del conductor; una quejumbrosa voz femenina acosa hasta al más pequeño de sus análisis pseudo científicos, y entonces ocurre. Ya con la frente y las manos sudorosas el conductor se atreve, muy valientemente, a observar por el retrovisor frontal, y observa a una joven mujer que solloza cabizbaja justo en el medio de los asientos traseros. Ella sostiene su cuello como si no pudiese respirar, y por el sonido que proyecta su garganta, el conductor piensa que ésta se encuentra tragando líquido, tal vez agua, o sangre tal vez.

El hombre no sabe qué hacer, su sangre se ha tornado gélida y su pulso tan rápido como el galopar de un caballo salvaje, indomable. El sujeto acelera como único reflejo consciente que su primitivo cerebro alcanza a conseguir. La mujer, por su parte, retira la mano lentamente de su garganta y la alza sobre el nivel de su cabeza; el conductor alcanza a ver que esa tétrica mano está cubierta de un fluido que parece sangre, pero muy oscura, casi negra; la cabeza de la mujer sigue en una posición que no da ni una pequeña pista de cómo es su rostro y sus quejidos sólo se intensifican.

El conductor ahora no sólo confundido sino aterrado frena de golpe; el chirrido de los cauchos inunda la carretera, el desierto y la noche. El coche inmóvil se transformó en el lugar más solitario del planeta; el hombre ahora se aferra al volante como si su vida dependiese de ello; no logra sostener ni el más simple de los hilos de sus ideas; cierra los ojos y pide desesperadamente a Dios, si es que alguna vez existió un Dios, que al abrirlos, aquella criatura de lo macabro haya desaparecido.

Abrió los ojos, y al mirar por el endemoniado retrovisor no logró encontrar la figura de aquella monstruosidad. Revisó con cuidado y no pudo siquiera sentir su presencia, así que arrancó y se alejó de aquel sitio para más nunca volver.

La vida de un monstruo es perenne, como digo, a ratos es intrigante y de pronto sumamente espantosa. No pretendo convencerte de su existencia, ni planeo explicar su naturaleza pura pero, las gotas de sangre siguen en el asiento trasero de aquel viejo coche y el recuerdo de aquellos quejidos desesperados estarán por siempre en tu memoria.