Desperté aquella mañana, muy cansado, en una terminal de autobuses olvidada por el tiempo y por mí.
Me sentía un poco mareado, no podía entender qué me sucedía, era algo extraño, como estar borracho o drogado, tal vez. Sólo sé que había mucha gente esperando el próximo autobús, una cola enorme, y podía escuchar el llanto de los familiares que, dolidos, deseaban partir con sus seres queridos.
Decidí, sosegado, esperar un rato en un banco el cual tenía el periódico del día anterior, empecé a leer sin preocupación, la luz amarilla , casi blanca, que entraba por los enormes ventanales molestaba, era muy brillante, aun así intentaba leer, cuando de pronto, una pequeña niña rubia llamada “Sophie”, recuerdo, se sentó a mi lado sin decir una palabra. Hola – le dije - ella volteó, me miró con aquellos grandes ojos azules y me dijo: - ¿Estás aquí conmigo? –¿Sabes dónde estamos? , le expliqué que estábamos en una terminal de autobuses, que el próximo partía pronto, que no desesperara, entonces Sophie empezó a llorar reclamando que no quería irse, que sólo estaba jugando; bueno te confieso mi querido lector , tengo un hijo llamado Nick , y te lo digo porque nunca fui un buen padre, pero sentía que debía acompañar a la pequeña niña, - Sophie, si te perdiste jugando , yo te acompaño, estoy seguro de que anunciarán tu nombre por el altavoz y tus padres vendrán por ti, vamos, no llores pequeña- le dije - ella sonrió.
La niña me hacía muchas preguntas, entre esas que recuerdo, me preguntó ¿a dónde vas tú?, no lo sé- le respondí- , presiento que lejos, muy lejos, verás, he cometido errores, mi hijo y yo perdimos contacto hace unos años, y quiero descansar, me siento exhausto. De pronto sonó el Alta Voz: - todos los pasajeros con destino a Heaven’s Lake abordar el autobús. Sophie se asustó, me dijo: - ¿Te vas? , le respondí que podía esperar unas horas más por el otro autobús, entonces un señor afro americano se acercó , sacó de su mochila un saxofón y empezó a tocar una melodía hermosa, le tuve que dar un dólar, lo único que me quedaba; el sonrío amablemente y se retiró, luego una señora de vestido negro que caminaba por el pasillo tosió sangre, cayó al suelo y se desvaneció. Sophie me comentó que le encantaba jugar en el río con sus amigas, siempre corrían y se lanzaban al agua, y me habló de un sitio lleno de rocas y profundas aguas donde vivía un ángel llamado Vincent que cuidaba de ella y de Amanda el día del accidente, una conmovedora historia que me llevaré sin duda alguna a la tumba.
De pronto Sophie me dijo que sintió tres fuertes golpes en el pecho , uno sucesivo al otro y al otro , la cargué y alarmado corrí hacia la recepción , “¡Ayuda, Ayuda!” Gritaba desesperado , la mujer que atendía preguntó sin pensar:- ¿qué le sucede a su hija?- , Le respondí que sentía fuertes dolores en el pecho, y ella solo me dijo: - entonces ella no puede ir con usted, déjela. -¿Cómo? - , no sé qué le sucede, no la puedo dejar así, dije enérgicamente, - ¿dónde están sus padres?- , afuera, me dijo ella, y usted tiene que partir, su autobús está abordando, a ver, deme la niña , yo la llevaré con sus padres.
Así lo hice, la señora me inspiró mucha confianza, agarré mi vieja mochila, mi periódico y empecé la cola, aún no habían abierto la puerta pero yo era el primero en la fila , un anciano a lo lejos era atendido , se había desmayado , la luz blanca seguía entrando con mucha intensidad a la sala de espera, seguía escuchando los llantos de parientes entristecidos, claro yo no tenía ninguno. Se abrieron las puertas de la máquina, el conductor era un hombre flaco alto con un uniforme negro y verde, él, amablemente , me señaló mi asiento y me dijo- Todos tienen sus asientos enumerados, vaya, aquel es el suyo. Aquel autobús me hacía sentir libre, cómodo , tranquilo , abrí la ventanilla , y sentí la brisa y la luz golpeando mi rostro , aún no se había montado nadie, o eso era lo que yo pensaba hasta que volteé y vi a una mujer con vestido negro que sollozaba; a mi lado se sentó un anciano que parecía amable, una niña subió al autobús sonriente y un tanto húmeda, en el fondo un tipo grande, de rasgos negros, observaba con tristeza su asiento. No sabía qué hora era, ni a dónde iba, así que pregunté al conductor : -Disculpe, conductor , ¿qué hora es? , él me respondió:- Vincent es la Hora.
El autobús cerró sus puertas y arrancó, los motores no hacían mucho ruido, era como si me alejase del amor, de la felicidad, podía ver como el anciano manipulaba una vieja radio que no podía sintonizar y hacía un molesto sonido de interferencia. ¿A dónde vamos?, le pregunté al anciano, él me respondió rápidamente, - Pues yo voy a Saints Place- , ¿a dónde va usted? -, yo no le supe responder, él ignoró mi indiferencia y siguió intentando sintonizar, de pronto miré por la ventana y alcancé un desierto de arena casi blanca muy luminoso por dónde íbamos, en eso el calor me hizo ver un espejismo espeluznante, podía verme cuando niño corriendo a la par de la ventana, saludándome a mí mismo, era mágico y aterrador, mis manos empezaban a sudar, hacía calor en aquel desierto, entonces el Autobús se detuvo , la niña que se había montado ahora caminaba apresuradamente hacia la puerta y la llamé -Hey! Niña! , disculpa ¿Cuál es tu nombre? , ella volteo sonriente y me dijo : -“Amanda”, Gracias por dejar a Sophie, fue mi culpa, sólo estábamos jugando-. Yo alcancé a ver que una ancianita muy feliz la esperaba afuera, ella gritó:- abuelita!!- Y se bajó del transporte, lo curioso es que cuando el conductor abrió las puertas, una luz amarilla impresionante entró , y no pude ver más, lo próximo que supe es que estábamos avanzando .
Quería saber por qué había ocurrido esto, sentía miedo, confusión , estaba perdido , entonces fue cuando pude ver que el hombre del fondo sacaba su saxofón y empezaba a tocar una melodía triste, me levanté y le quise dar un dólar , pero él replicó:-Ya me lo diste, en la estación recuerdas?- Sorprendido quise quedarme con aquel hombre, escuchando su melodía, viendo por la ventana visiones y fantasmas, podía escuchar entre las tenues notas musicales voces graves que hablaban de sangre, tiempo y vida, entonces sucedió , el hombre comenzó a llorar, me dijo: - bueno, creo que aquí me bajo yo- , me dio su instrumento y el dólar que le había dado en la estación, yo no quería aceptar aquel dinero, él sólo pudo decirme que a donde él iba no lo necesitaría, -voy a visitar a mi hijo, tengo tiempo sin verlo, estoy muy contento-. Se bajó y la luz volvió a impregnar el autobús, una voz gravísima vino de adelante, dijo: -Vincent tú eres el próximo, prepárate-, y, bueno , quería bajarme ya del autobús, es que te confieso, me daba miedo. Sentí curiosidad entonces por el instrumento musical, intenté tocarlo y para mi sorpresa pude sacar alguna que otra melodía pero el radio averiado del anciano no dejaba que me concentrara, le pedí que por favor lo apagara, y me dijo: - eso intento-, seguía escuchando llanto, preocupación, y entonces la ví, mi esposa estaba a lo lejos, la podía ver, comencé a llorar como un bebe lo, admito , estaba tan linda como la última vez , aquel triste día en que me dejó, me abandonó, ella sonreía, el autobús aceleró un poco y el viejo golpeó la radio provocando que hiciera un sonido prolongado como un hilo , agudo y horrible, un pito que nunca acababa, yo solo quería bajarme del autobús, el conductor me dijo:- hasta siempre Vincent Burton-, y se abrieron las puertas, puse un pie sobre la blanca arena y no sentí nada más , sólo su abrazo y mis lagrimas.
-“Presión , necesito otra transfusión!- , Doctor Jameson , la recuperamos, está aquí, signos vitales normales, estables, presión sanguínea estabilizándose, -necesito retirar liquido de sus pulmones, más aire- ¡Doctor mire!, ¡Despertó!. La niña había despertado, sus ojos volvían a ser de un azul vivo y las palabras que decía: -Gracias Vincent , gracias por no dejarme ir.
Los padres de la niña llamada Sophie estaban llorando de la alegría , la niña había sobrevivido a una caída mortal dentro de un río muy peligroso, su amiga Amanda quien también estaba jugando en el río murió hacía ya dos horas, Sophie seguía insistiendo en un angel que la había salvado, un hombre llamado “Vincent Burton” , resulta que el hombre en la sala de emergencias que entró antes que ella era un viudo detestable de nombre “Vincent Burton” , mi padre , que con su alcoholismo y su depresión por la muerte de mi madre se metía en problemas y esa noche había sufrido un fuerte ataque al corazón que lo mató en poco tiempo, yo creo que él se reunió con mi Mamá y que salvó a Sophie, no dejó que muriera de esa manera.
Hoy me encuentro frente a la tumba de mi Padre, Vincent, y, como de costumbre en el aniversario de su muerte, encuentro la rosa que le trae Sophie y la melodía de mi saxofón, su favorita, ésa melancólica que le recordaba a mi madre.
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